La implementación de los modelos de Open Banking y Open Finance en el país abrirán nuevas posibilidades y traerán interesantes beneficios para los usuarios.
Desde finales de 2021, en Colombia se viene adelantando la creación de las normas necesarias para implementar los modelos de Open Banking y Open Finance, bajo el amparo de la actual ley de protección de datos vigente en el país. ¿Pero, en qué consisten estos dos enfoques?
En el modelo de Open Banking o Banca Abierta, la información de las entidades bancarias y sus usuarios puede ser intercambiada entre los diferentes actores de la banca.
La información que se comparte incluye datos financieros abiertos de las entidades (públicos), datos agregados (índices, tendencias y estadísticas) y datos transaccionales (operaciones individuales de los clientes).
El propósito fundamental de este intercambio es promover la creación y ofrecimiento de productos y servicios más ajustados a las necesidades de los clientes, pues son los usuarios, propietarios de la información que corresponde a sus movimientos financieros, quienes pueden autorizar que dichos datos sean compartidos con otras entidades, de manera que proactivamente reciban de varios proveedores —inclusive diferentes a aquellos de los que son clientes—, soluciones para pagar menores comisiones por servicios, obtener mejores rendimientos o pagar más rápido sus deudas, entre otros.
De ese modo, el usuario se beneficia al tener acceso a una visión más amplia de las posibilidades que existen para el manejo de sus finanzas, permitiendo que tome mejores decisiones para administrar sus recursos al acceder a una oferta de productos y servicios diseñada a su medida.
Así mismo, este enfoque da a los bancos la oportunidad de concebir y ofrecer productos financieros de alto valor agregado, diseñados especialmente para cada cliente, promoviendo así la permanencia del usuario y aumentando la posibilidad de proveerle servicios en varios frentes.
¿De dónde viene?
La creación de este modelo, gestado en la Unión Europea, se concretó en 2016, cuando la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA) de Reino Unido decretó que los nueve bancos más grandes del país permitieran a startups (emprendimientos altamente innovadores) con licencia tener acceso directo a sus datos, esperando con ello impulsar la innovación y la competencia en el sector financiero.
Las mencionadas startups se ocuparon de centralizar, procesar, estandarizar y analizar la información para extraer de ella datos que pudieran ser insumo para la creación de nuevos productos y servicios financieros.
Actualmente, la información transaccional se intercambia, previa autorización del usuario, a través de interfaces de programación de aplicaciones (API’s), que son programas a los que un tercero puede conectarse de manera sencilla para consumir una serie de datos y/o efectuar diferentes funciones.
De la misma forma, el modelo de Open Banking permite centralizar y difundir información pública de los bancos, como los servicios y productos que ofrecen a los clientes, la ubicación de sucursales y cajeros automáticos, e incluso, las tasas y plazos de sus productos, todo lo cual facilita al usuario comparar las opciones para elegir la que le resulte más conveniente.
El paso a Open Finance
Cuando empezó a implementarse el modelo en América Latina, donde gran parte de la población no está bancarizada y por tanto se limitaba el acceso de los usuarios a los beneficios del Open Banking, se extendió el concepto a Open Finance.
En este enfoque, la posibilidad del intercambio de datos se amplía a otros proveedores de servicios financieros diferentes a la banca, tales como las compañías de seguros, los fondos de pensiones, los corredores de bolsa, las compañías de financiamiento comercial o incluso los proveedores de servicios, como las compañías de energía eléctrica, de manera que puedan acceder a la información de los usuarios para diseñar e implementar nuevos productos financieros a la medida de sus necesidades.
Estas compañías a su vez, se convierten en fuente de importantes datos para la banca, que puede seguir construyendo servicios financieros innovadores con base en esas fuentes de datos previamente inexploradas.
Los retos de la implementación
Es un hecho comprobado que los modelos de Open Banking y Open Finance tienen el potencial de ampliar, agilizar y optimizar los servicios financieros en el corto plazo, mediante el estímulo de la competencia, el desarrollo de nuevos servicios, el incremento de la demanda y la mejora continua en los procesos de las empresas.
Según el informe “Tendencias del Open Finance en 2021” de Deloitte, se espera un repunte en la adopción de estos modelos, gracias a un marco regulatorio en avance y el interés por sus beneficios entre los usuarios y las empresas.
Dadas las altas implicaciones tecnológicas y estratégicas de la aplicación del Open Banking y Open Finance, el establecimiento de la regulación país que da el marco para su funcionamiento es el mayor desafío.
Protagonistas del proceso son los proveedores de tecnología que ofrecen plataformas API para Open Banking u Open Finance, necesarias para crear la infraestructura que permite la aplicación de este esquema. Y dado que el éxito de estos modelos depende en gran medida de la cooperación entre las entidades del sector financiero, las normas deben establecer criterios de interoperabilidad de las APIs para el flujo de datos abiertos y agregados.
De igual manera, la regulación debe establecer tanto las bases mínimas de la tecnología que se debe emplear para facilitar el intercambio transparente y eficaz de la información, como los requisitos a cumplir por las entidades para proteger a los usuarios.
Mientras se concreta el marco regulatorio en Colombia —que apunta hacia el modelo de Open Finance—, el 90.2% de los participantes del estudio de Deloitte opina que las empresas deben dar inicio a los movimientos requeridos para su desarrollo, aun antes de que la norma esté aprobada.